El Incidente

El Infinito como Prisión Mental

Isaac Ezban’s El Incidente (2014) reinventa el cine de terror psicológico con una premisa engañosamente simple: ¿qué pasaría si el universo decidiera castigarte atrapándote en tu peor momento? Dos historias paralelas se desarrollan: dos hermanos y un detective quedan eternizados en una escalera de edificio que se repite, mientras una familia enfrenta el mismo destino en una carretera desértica donde cada kilometro los devuelve al mismo lugar. No hay monstruos sobrenaturales—el verdadero horror es la imposibilidad de escapar de uno mismo.

El Incidente

Arquitectura del Desespero

El diseño de producción convierte espacios cotidianos en pesadillas geométricas. La escalera—filmada en ángulos que niegan la perspectiva—se vuelve una metáfora de vidas estancadas. Cada descansillo idéntico refleja la relación tóxica entre los hermanos: el mayor dominante (Humberto Busto) repitiendo patrones de abuso, el menor (Raúl Méndez) incapaz de romper el ciclo. En la carretera, el letrero de “35km” que nunca cambia es más aterrador que cualquier fantasma.

El Incidente

El Tiempo como Castigo

La genialidad de Ezban está en mostrar el deterioro mental a diferentes velocidades. Mientras los hermanos encierran su conflicto en gritos y violencia física, la familia se desintegra silenciosamente: la madre (Nailea Norvind) cuenta los días con marcas en la pared que pronto pierden sentido. La escena donde el niño cumple años eternamente—con los mismos globos desinflándose y reinflándose—es devastadora en su simplicidad. ¿Cuánto tarda un ser humano en volverse su propia sombra?

El Incidente

Un Espejo para Nuestros Bucles Cotidianos

Más que una película de terror, El Incidente es una reflexión sobre los patrones que nos mantienen prisioneros: adicciones, relaciones tóxicas, traumas no resueltos. El giro final—que conecta ambas historias a través de un elemento inesperado—transforma el relato en una advertencia: la única salida del laberinto es enfrentar lo que más tememos ver en nosotros mismos. Ganadora del premio a Mejor Película en el Festival de Terror de Toronto, demostró que el cine mexicano puede reinventar el sci-fi psicológico con presupuesto mínimo y ideas maximalistas.