El espinazo del diablo

Un Cuento de Fantasmas en la Guerra Civil

Guillermo del Toro teje una historia de terror gótico en El espinazo del diablo, ambientada en los días finales de la Guerra Civil española. Más que un simple relato de fantasmas, es una metáfora desgarradora sobre las cicatrices de la guerra y los secretos que habitan en los lugares olvidados. El orfanato, con su bomba sin explotar clavada en el patio, se convierte en un personaje más: un refugio que es también una tumba.

El espinazo del diablo

El Fantasma de Santi: Una Sombra del Pasado

Carlos, el nuevo inquilino de la cama 12, pronto descubre que su predecesor, Santi, no se ha ido del todo. El fantasma del niño, con su cabello flotando y su murmullo de “¿Cuánto falta para que caiga?”, se convierte en un símbolo de las víctimas inocentes de la violencia. Del Toro usa lo sobrenatural para hablar de traumas reales: los niños abandonados, los crímenes impunes y el miedo que perdura después de la muerte.

El espinazo del diablo

Personajes Atrapados en su Propio Infierno

Desde la fría Carmen (Marisa Paredes), que esconde su propio dolor tras la autoridad, hasta el doctor Casares (Federico Luppi), un hombre bondadoso pero impotente, cada personaje refleja una faceta de la España en guerra. Incluso Jacinto, el cruel cuidador, es un producto de su tiempo: un joven lleno de rabia y ambición. La película no tiene villanos caricaturescos, sino seres humanos corroídos por el contexto histórico.

El espinazo del diablo

El Horror como Memoria Colectiva

Del Toro dijo que esta película es “hermana menor” de El laberinto del fauno, y se nota. Ambas exploran la infancia en tiempos de guerra, pero aquí el horror es más íntimo, más personal. El orfanato es un microcosmos de la España dividida, donde los fantasmas son recuerdos que no pueden descansar. No es solo una gran película de terror; es un monumento cinematográfico a los desaparecidos de la historia.